TIPS DEL MES… Disciplina VS Inteligencia

“La disciplina tarde o temprano vencerá a la inteligencia”

Este viejo proverbio japonés esconde una verdad aplicable al éxito en los negocios y de todo un país.

En México cojeamos mucho de la pata de la disciplina. Hay mucho talento, pero también mucho desorden. Si no me cree, ¡pregúntele al Chepo de la Torre de las “table escapadas” del Tri en Brasil!

Lo común es pensar que el talento es más importante. A fin de cuentas, un desordenado listo tendrá más éxito que un ordenadito promedio, ¿no?
Pues NO. La ciencia no miente.

Los doctores Angela Duckworth y Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania se plantearon precisamente la pregunta de qué factor es más importante para el desempeño académico: el coeficiente intelectual (IQ) o la disciplina.

Tomaron a 304 estudiantes de segundo de secundaria y les aplicaron pruebas de IQ y de autocontrol (para evitar sesgos, estas últimas aplicadas no sólo a los jóvenes, sino a sus maestros y padres).

Siete meses después, los resultados fueron contundentes. Los estudiantes con más autocontrol fueron dos veces más exitosos que los inteligentes indisciplinados.

Analicemos a un país que se transformó en potencia en apenas 50 años: Japón. A pesar de los problemas actuales de la economía nipona, en el largo plazo su desempeño es impactante.

Basta recordar que la nación asiática quedó en ruinas tras la segunda guerra mundial. En dólares constantes del 2000, su

Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en 1950 era de apenas 7 mil dólares, la mitad del de Estados Unidos (EU).

Para el 2012, su PIB per cápita se multiplicó por 5.6, alcanzando 39 mil 578 dólares, 5 por ciento más que EU. Muchos atribuyen esta dramática transformación a la genialidad japonesa. Sin embargo, para el líder social colombiano-japonés Yokoi Kenji, el éxito de Japón se debe más a la disciplina que a la inteligencia.

En una charla donde platica su experiencia al irse a vivir a Japón a los 10 años, narra la presión que sintió de que no iba a dar el kilo por la expectativa de que los nipones eran todos genios.

Lo que encontró le sorprendió. “Me sentí muy alegre (el primer día de clases). Los niños reían igual, se empujaban igual, discutían igual. Pero cuando inició la clase, todo cambió. Se sentaron, nadie hablaba con el de al lado. Escuchaban y apuntaban todo. Todo lo hacían sin que les dijeran”, comenta.

Según Kenji, a los japoneses no les interesa ser inteligentes, sino disciplinados, porque esta virtud les garantiza el éxito.

Y la historia parece darle la razón: el liderazgo tecnológico japonés no se dio por un chispazo de brillantez, sino por una tesonera y militar disciplina.
No inventaron los transistores, los radios, motocicletas o automóviles. Sólo los copiaron y los mejoraron tanto que se convirtieron en tecnólogos de punta.
“Todo lo que llegaba a las manos de los japoneses lo mejoraban gracias a su disciplina. Es un pueblo disciplinado a muerte”, concluye.

Los que sí somos inteligentes, somos los latinos. Aunque en su charla Kenji habla de Colombia, haga de cuenta que está retratando a México. A nuestro ingenio, energía y chispa.

Pero también a la muy común informalidad y falta de disciplina de muchos de nuestros hábitos. Si la disciplina es valiosa para una nación, imagine lo que es para una empresa.

Piense usted en compañías exitosas y seguramente encontrará no sólo talento, sino enfoque y orden.

En el mundo internacional, Apple es un ejemplo indiscutible de talento. Pero si leyó la biografía de Walter Isaacson sobre Steve Jobs sabrá que el genio tenía una disciplina que rayaba en lo enfermizo en los detalles de la ejecución de sus productos.

El gurú de las inversiones (y rendimientos) Warren Buffett es famoso por su enfoque disciplinado de inversión basada en valores fundamentales de una empresa.

Amazon ha transformado la manera como se compra en Estados Unidos y en el mundo con un detalle y enfoque preciso de logística y distribución que opera como reloj suizo.

La regiomontana Femsa es una de las empresas con mayor crecimiento en su valor de capitalización de los últimos años a través de un enfoque claro de mercado y una operación ordenada.

Y así sucesivamente: la disciplina termina por imponerse a la inteligencia desordenada.

Así que ya sabe, no deje que su empresa se meta autogoles: busque que sus operaciones y empleados sean inteligentes, pero sobre todo disciplinados.

En pocas palabras…

“El talento sin disciplina es como un pulpo en patines. Hay mucho movimiento, pero nunca sabes si va hacia adelante, hacia atrás o para los lados”.

H. Jackson Brown Jr., autor norteamericano.

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